Según la Orden ECD/65/2015, de 21 de enero, por la que se
describen las relaciones entre las competencias, los contenidos y los criterios
de evaluación de la educación primaria, la educación secundaria obligatoria y
el bachillerato: " La competencia digital es aquella que implica el uso
creativo, crítico y seguro de las tecnologías de la información y la
comunicación para alcanzar los objetivos relacionados con el trabajo, la
empleabilidad, el aprendizaje, el uso del tiempo libre, la inclusión y
participación en la sociedad. Esta competencia supone, además de la adecuación
a los cambios que introducen las nuevas tecnologías en la alfabetización, la
lectura y la escritura, un conjunto nuevo de conocimientos, habilidades y
actitudes necesarias hoy en día para ser competente en un entorno digital.
Requiere de conocimientos relacionados con el lenguaje específico básico:
textual, numérico, icónico, visual, gráfico y sonoro, así como sus pautas de
decodificación y transferencia." Por tanto, la ciudadanía digital está
estrechamente unida a un concepto amplio y cambiante de alfabetización en
múltiples formatos y aspectos, desde los puramente tecnológicos hasta los
éticos. Es, por tanto, necesario un cambio en el modelo educativo que permita
integrar dichos aspectos y adaptarse a las transformaciones que se están
produciendo. Pero esos cambios deben ir un paso más allá y no quedarse en los
aspectos técnicos exclusivamente (uso de procesadores de texto o
presentaciones) sino contribuir a un desarrollo de las competencias del S.XXI
en su conjunto. Es aquí donde radica nuestro verdadero reto como docentes,
desarrollar la competencia digital docente para poder guiar a nuestro alumnado
en el desarrollo de la suya y de su entorno personal de aprendizaje. ¿Seremos
capaces de hacerlo?
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